Do you know who killed me?

 

ArteSantander 2022 · La Gran Gallery

 

Los únicos instantes favorables son aquellos que nos expulsan fuera del tiempo.

— E. M. Cioran.

 

Do You Know Who Killed Me? aborda una metanarrativa que puede partir y desembocar desde y en la nada. Un círculo plano con el que definir el tiempo, quizás la muerte, en tanto que todo aquello que se genera acaba convirtiéndose en sus víctimas, irremediablemente, y quizás durante toda la eternidad. Dentro de la idea del eterno retorno, es posible que en este mundo no se resuelva nada. Si el tiempo es también un elemento cíclico, todo cuanto hemos hecho o hagamos lo repetiremos una y otra vez. En este universo nosotros procesamos el tiempo linealmente, hacia adelante, pero fuera de nuestro espacio-tiempo, fuera de lo que sería nuestra perspectiva tetradimensional, el tiempo no existiría. Y, desde ese punto de vista, si nos fuera posible, veríamos que nuestro espacio-tiempo sería aplanado, como una estructura discreta con la materia en una superposición de todos los lugares.

Tal como reflexiona Luis Francisco Pérez a razón de, ya, una superposición de rostros y acontecimientos en imágenes que han re-aparecido expulsadas fuera del tiempo: «Lo que contemplamos […] son, ciertamente, imágenes. Innumerables, infinitas, poliédricas, claras y luminosas o sus contrarios; inquietantes muchas de ellas, ambiguas, de sencilla o muy complicada lectura visual e intelectual. Pertenecen gran parte de las mismas a una dimensión anónima de experiencias íntimas y privadas; o dables a actos humanos de difícil comprensión. Pero no pocas son violentamente monstruosas. Muchas son decididamente angustiosas y brutales porque conocemos los rostros que en ellas aparecen, pero en su brutalidad proyectan una rara cualidad piadosa que no sabemos bien discernir por qué obscuros caminos llega hacia nosotros. En otras vemos proyectada una delicadeza poética y angelical, si bien con gestos y rasgos delirantes y perversos. Todas –indefectible e intelectualmente- han sido manipuladas e intervenidas. Es decir, han sido pensadas ya desde su misma elección (gesto por parte del artista que posee la doble vertiente de ser, en un mismo plano, tanto moral como intelectual y artístico), para luego ser pintadas desde el irrenunciable deseo de ser recicladas en tanto que “fragmentos de realidad”. Ahora bien, estas imágenes que parten de una “realidad real” hasta “conquistar” (en su más noble sentido) una “realidad transfigurada”, se acercan mucho a la bella frase de Walter Benjamin que podemos leer en Calle de dirección única. Dice así: “Lo que uno ha vivido es comparable a una hermosa estatua que, al ser transportada, ha ido perdiendo sus miembros uno a uno, y que ahora es tan solo el valioso bloque en el que tienes que esculpir tu futuro como imagen”. Y es que sucede que en la obra de Josep Tornero el ver (que por fuerza ha de ser siempre fragmentado) es uno de los muchos nombres que posee el verbo vivir (en su más pura y total existencia) ».

En este contexto, nuestra percepción traza círculos, y todo cuanto hay fuera de nuestra dimensión es, quizás, la eternidad. Esa eternidad que nos mira desde lo alto, la cual para nosotros hemos concebido como una esfera, se ha vuelto un círculo donde cada imagen queda atrapada. Nosotros mismos estamos atrapados en la circularidad del tiempo por la materia, por el cuerpo y por la incapacidad de salir de ese bucle. Quizás, en este sentido, podemos concluir que la visión es el significado, y el significado es la historia.

Josep Tornero, 2022.

Fuentes

Cioran , E.M. (2021): Ventana a la nada. Barcelona, Tusquets.

Pérez, Luis Francisco (2021): Tiempo y memoria en la pintura última de Josep Tornero.